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En la mitología griega, Paris no solo fue un príncipe de Troya, sino también el catalizador de uno de los conflictos más legendarios: la Guerra de Troya. Su historia comienza en un evento aparentemente trivial pero cargado de consecuencias: las bodas de Tetis y Peleo. Allí, la diosa Eris, molesta por no haber sido invitada, arrojó una manzana dorada con la inscripción “Para la más bella”. Este gesto desató una disputa entre tres poderosas diosas: Hera, Atenea y Afrodita.

Zeus, reacio a tomar partido, delegó la decisión en Paris, quien vivía como pastor en el monte Ida. Cada diosa intentó sobornarlo: Hera le ofreció poder político, Atenea sabiduría y victoria en batalla, pero Afrodita le prometió el amor de la mujer más hermosa del mundo. Seducido por esta oferta, Paris eligió a Afrodita como la más bella.

La mujer prometida era Helena, reina de Esparta y esposa del rey Menelao. Afrodita cumplió su promesa, y Paris logró conquistar a Helena, ya sea por seducción o rapto, según las versiones. Este acto provocó la ira de Menelao, quien convocó a los reinos griegos para recuperar a su esposa, dando inicio a la Guerra de Troya.

Más allá del juicio, Paris también participó en la guerra como arquero. Fue quien, con ayuda de Apolo, logró herir mortalmente a Aquiles, el más grande de los guerreros griegos. Sin embargo, su destino fue trágico: murió durante el conflicto, y su amor por Helena no pudo salvarlo.

Así, Paris pasó de ser un simple pastor a figura central de una epopeya, recordado por su belleza, su elección impulsiva y el amor que desató una guerra.

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